Autor: AN
Francis Fukuyama (Chicago 1952), extraordinario politólogo contemporáneo, en su último ensayo “Identidad” (Planeta 2019) pone en tela de juicio uno de los preceptos centrales de la teoría de la economía clásica (Thaler, Shiller, Akerlof o en su día JM Keynes ya lo hicieron antes), según la cual los actos humanos son resultado en exclusiva de un intento de maximización de la utilidad racional, … la unidad de cuenta es el individuo, en oposición a la familia , la tribu, la nación o algún tipo de grupo social…En base a ello, la cooperación de las personas es causa exclusiva de una evaluación de costes beneficios, en términos siempre materiales que favorezcan a nuestro interés personal.
Para Fukuyama, la conducta humana ni siempre se ha regido por ese prosaico cálculo, ni tampoco lo hace ahora en toda situación y circunstancia. Entre otros muchos argumentos, se apoya en el comportamiento que regía las sociedades primitivas de cazadores-recolectores, cuando los mejores guerreros y cazadores no recibían premio alguno por sus gestas o por su mayor aportación al bienestar común de la tribu. A cambio de su esfuerzo y de poner en peligro sus vidas, tan sólo recibían “la moneda del reconocimiento” como única remuneración que, además, consideraban no sólo suficiente para seguir actuando del mismo modo, sino incluso alcanzaba para redoblar sus esfuerzos con el mismo fin.
Llega incluso a afirmar que la lucha por el reconocimiento, tal y como afirma Hegel, fue el principal impulsor de la historia humana: El “thymós”, la parte del alma que anhela el reconocimiento de la dignidad.
Abraham Maslow (1943), también apuntaba en la misma dirección. Los seres humanos desarrollamos necesidades y deseos más elevados. Desde la creatividad, la falta de prejuicios o la resolución de los problemas cuando nos encontramos situados en la parte superior de su famosa pirámide. Pero… ¿Por qué traigo esta cuestión hasta aquí? La razón es la siguiente.
La Fundación Amancio Ortega, constituida por el propietario principal del Grupo empresarial Inditex, centra sus esfuerzos fundamentalmente en el área social y educativa. Esta última, beneficiando a más de 10.000 personas. Solo en el año 2019, dedicó a su actividad 95,6 MM€, de los que 12,7 MM€ se dirigieron al área educativa y 82,7 MM€ al área social. Además, en los últimos años suman ya más de 250,7 MM€ en distintas actuaciones, teniendo comprometidos para los próximos cinco años otros 374 MM€.
Pues bien, increíblemente a “algunos” de nuestros políticos (no faltan tampoco correveidiles que se ufanan en autodenominarse “periodismo independiente”) esta actividad no solo no les parece correcta, sino que la critican abiertamente. Y cito textualmente: ”España no es una república bananera ni una dictadura, que depende de que un “señorito” venga dando cosas”.
Acuden apresurada e inconsistentemente para justificar su más que gratuita afirmación a formas torticeras, necias y con un extraordinario déficit de verdad, argumentando para ello que gracias a “la ingeniería fiscal” el máximo accionista de Inditex pagaba menos impuestos de los que les corresponde. Habría de recordar a este insigne funcionario público que, si cumples la normativa fiscal, simplemente pagas lo que te corresponde. Ni más ni menos. ¿O usted cuando se deducen los intereses y amortización de su hipoteca también paga menos de lo que le corresponde? En ese caso, avíseme. A propósito, Inditex en 2018 pagó mas de 1692 MM€ en impuestos.
Pero incluso algún otro “personaje” del mismo signo tuvo el atrevimiento de proponer que la sanidad pública debía rechazar los millones de euros que se habían donado en forma de equipos de diagnóstico y tratamiento para la lucha contra el cáncer. Desde luego, su opinión no sería la misma si alguno de sus allegados, o incluso él mismo, fueran alguno de los afortunados que pudieron tratar sus polimetástasis o tumores primarios de pulmón o hígado.
La donación de 27 maquinas de reposición y 70 nuevas maquinas supuso triplicar los equipos de radioterapia avanzada en un solo un año. Por otra parte, Inditex se puso manos a la obra para intentar frenar el coronavirus, y se comprometió con el Gobierno de España a atender las necesidades de urgencia enviando material sanitario desde China de manera semanal.
Su donación de mascarillas superó las 400.000, sin contar los guantes, gafas protectoras, gorros o protectores faciales. Además, Inditex mantuvo todos los puestos de trabajo y suspendió un ERTE previsto para 25.000 personas. Entonces… ¿Cuál es la queja en artículos como “Doce claves ‘ocultas’ de la donación de Amancio Ortega” del periódico ‘Público’?
La autoproclamada superioridad moral de la izquierda es mentirosa, sectaria y tremendamente irritante para los que no compartimos sus preceptos. Parece que sólo ellos son capaces de actuar de manera solidaria y dentro del circulo virtuoso de la moralidad. La “marea” de la demagogia avanza sin muros de contención y a mi personalmente me ahoga.
¿De verdad se creen que alguien que declara que su family office cuenta con un patrimonio inmobiliario de 15.163 MM€, que en el año 2019 recibió en concepto de dividendos más de 1.600 MM€ (y que recibirá en este año más de 647 MM€), pudiera estar realmente preocupado por balancear su factura fiscal con movimientos que en la lengua más castiza supondrían no mas allá que el “chocolate del loro”?
No seré yo quien enmiende la plana a Fukuyama, Maslow o Keynes. Y, a todo esto… ¿cuál es la respuesta del Señor Ortega? Como siempre, el silencio y la prudencia. Y es por eso, que quiero ponerle humildemente voz. En cualquier caso, los que no estén de acuerdo, tienen la libertad de no disfrutar de sus donaciones. Mientras tanto, yo me uno al gran monologuista Carlos Blanco y siento como gallego un profundo agradecimiento, respeto, admiración y orgullo “ …de ter entre nos a Amansio Orteja…”