
La inversión en bienes raíces es una de las operaciones más comunes dentro de un matrimonio. La primera vivienda en la que se asienta la familia o la casa de la playa suelen ser adquisiciones que se realizan en común. Por ello, en el momento en el que se realiza un divorcio, la división de los bienes puede acarrear diversas disputas y enfrentamientos entre los individuos, sobre todo por la ausencia de un plan previo y por el exceso de dudas sobre el proceso.
En el divorcio, se presta especial atención a los bienes que se poseen en común y la situación de los hijos. En España, la respuesta a estas preguntas se encuentra en el tipo de tutela de los menores y en el poder adquisitivo de los padres. En un primer momento, si la tutela es exclusiva y la casa donde vive la pareja había sido comprada por tan solo uno de los cónyuges antes del matrimonio, la vivienda se mantendrá sin cambios, sin importar la situación económica de las partes. Eso sí, si hay hijos en común, aunque la propiedad seguirá siendo del propietario, se puede otorgar el derecho de uso de la casa a los menores de edad que necesiten más beneficios legales y a la persona que tenga la tutela.
Esta cesión del uso de la vivienda es un caso común en España y suele otorgarse, en términos generales, a la mujer, dado que estadísticamente se le otorga un número más alto de custodias: «Habitualmente, ya sea por la desigualdad salarial, que tristemente todavía existe en nuestro país, o bien porque todavía la custodia compartida no está plenamente introducida en España, se siguen dando muchos derechos de uso de la vivienda conyugal a favor de la mujer», observa Ignasi Vives Usón, abogado del despacho Sanahuja Miranda Abogados, quien añade que el uso de la vivienda tan solo se otorgaría en el caso de que la capacidad económica de la mujer sea «inferior a la del exmarido».
Planear un hipotético divorcio
Este tipo de disputas puede tener una fácil, aunque inusual, solución: planificar el divorcio previamente a la boda. De esta manera, se pueden planificar los pasos que se aplicarían en caso de separación, de una manera justa e igualitaria; lo que facilitaría el proceso en el futuro. Sin embargo, como explica el abogado de Sanahuja Miranda Abogados, “las consecuencias de planificar una boda y un posible divorcio no son las más comunes”. Aun así, definitivamente sería el planteamiento más sabio para evitar múltiples problemas en el proceso de divorcio.

La mejor manera para regular las consecuencias del divorcio sería realizar un contrato matrimonial mediante contrato público. Con ello, el otorgante puede estipular, modificar o sustituir el sistema económico de su matrimonio y regular las consecuencias de su separación. Una opción sencilla y sensata. El único problema es que este tipo de acuerdos matrimoniales no son demasiado habituales en España, por lo que en los procesos de divorcio se sigue normalmente otros regímenes matrimoniales como la separación de bienes.
Para finalizar, en el caso de los divorcios con hijos menores de edad, la situación es un poco más complicada y siempre se destacan los intereses del menor. Como explica Vives Usón, «el contenido otorgado en el contrato matrimonial debe ser verificado por las autoridades judiciales, porque los intereses de los menores siempre priman antes que los padres se pongan de acuerdo».